domingo, 22 de agosto de 2010

sé porqué te extraño...(p.7)



Un día, durante una de mis sesiones de autoestima con la doctora Fabiola, llamaron a la puerta.

-¿La señorita Alejandría?

-¿Sí? - contestó la doctora- ¿Quién la llama?

-Está aquí el doctor Orozco.

La doctora me dejó salir. Busqué al doctor y nos dirigimos a una sala azul. Jamás había entrado a esa sala.

-Ale, felicidades- dijo el doctor al tiempo que aplaudía. - Has completado el tratamiento.

-Eso quiere decir que... ¿Puedo ir a casa?

-Sí Alejandría. Ya hablamos con tu mamá - ¡Porfin la veré! pensé - ya viene en camino.

Sentí gran felicidad al saber que podía salir de ahí. Sabía que mi vida cambió. Ya no sentía que era un estorbo, ya no pensaba en morir. Ya no pensaba en tomar las pastillas, todo era diferente.

-Leslie...- entré al pabellón de las calacas- Leslie...

-¡Yo!- gritó desde una esquina- ¡Ya perdí por tu culpa!

-Lo siento... Less vengo a despedirme.

Leslie me miró extrañada... como si no me creyera.

-¿Te irás ya?

-Si... lo lamento.

-¿Porqué lo lamentas?- preguntó- ¿Qué eso no es bueno?- las dos reímos.- Sólo no te olvides de mi.

-Jamás lo haré.

Cuando llegó mamá comprendí que en realidad la había lastimado mucho.

-¡Perdóname mamá! No te quise lastimar- lloré- No quise hacerte daño mamá.

-No te preocupes nena- dijo consolandome- sé que no lo hiciste consciente.

Poco después fuí a cambiarme. Estaba a punto de salir cuando recorde algo importante.

-Less quiero que lo tengas tu- le dije aproximandole a Titi a su cama- él te quiere y lo mereces.

-Pero es el oso que te dió tu papá. - Estaba tan cansada, se veía muy mal. Temblaba en su cama sosteniendo a Titi- ¿Segura?

-¡Claro!- contesté- Es para que me recuerdes y veas que pude salir adelante, y que tú también lo harás. Y cuando salgas de aquí nos iremos a dar un paseo por todos los jardines y parques de la ciudad.

Ambas reímos. Leslie me dió un abrazo.

-Cuídate ¿quieres?

-Lo haré... pero come ¿quieres?- le dije riendo.

-Lo intentaré.

Caminé hacia la pierta. Leslie se veía tan demacrada...

Sí, esa es la historia que te quería contar. Ella es la niña que me ayudó a salir de los problemas que tenía. Esa es la historia de mis problemas.

Espero que con eso pienses más en los que te rodean y no dejes que cosas tan insignificantes y tontas te ganen en esta batalla que llamamos vida.

¿Que si sé algo de Mel? Si. Mel sufrió otro ataque nervioso. Intentó cortarse de nuevo. Lo logró.

Cada domingo voy a visitarla. Le dejo las rosas más bonitas que encuentro. Siempre le gustaron las rosas blancas y las rojas.

Lo curioso es que ella me daba el apoyo para salir de los pensamientos tontos e inútiles como el suicidio o la automedicación. Pero ella... ella terminó con su vida.

Diego siempre estuvo al pendiente de mí. No dejaba de llamar a casa. Ah0ra es él quien me acompaña a ver a Mel al cementerio.

¿De Leslie? La extraño mucho pero no ha salido del hospital, y no puede recibir cartas ni llamadas y no la dejan recibir visitas, en especial mías.

Pero me gustaría agradecer su apoyo. Quiero hacer un monumento en su honor. Llevarla a cenar, quiero verla mejorar.

Ya van dos años desde que salí del hospital. Dos años desde que recuperé mi vida. ¿Qué piensas de mi ahora? Seguramente me crees loca.

En verdad lo conté para enseñarte algo importante. Mirar la vida de manera diferente no es tan dificil. Debes verla de manera alegre y positiva, o pronto podrás encontrar marcas de navaja en tus muñecas y sangre en el lavabo... Y verás que ya es muy tarde.

O puedes tener una segunda oportunidad y encontrar las marcas en tus muñecas y arrepentirte, saber que sí importabas... encontrar las marcas en tus muñecas y recordar que arruinaste vidas importantes sólo por no querer enfrentar al mundo.

O puedes encontrar las marcas y querer hacerlo de nuevo, perderlo todo por algo tan pequeño e insignificante que nunca existió más que en tu mente.

jueves, 3 de junio de 2010

Leslie (p.6)


Mel y yyo nos volvimos inseparables. Éramos las que mejor se portaban en el pabellón de los F.D. o M.D. (las siglas éran para acortar tiempo)

Una noche, todas las niñas del hospital comentaban sobre una niña en el pabellón de problemas alimenticios (por no decir flacas calacas largas, que es como solían llamarlas en los demás pabellones) que tocaba muy bien el piano y tenía músicos en su familia.

-Ale... Ale...¡Despierta Dría!!!

-¿Qué pasó?- pregunté todavía dormida-¿Qué necesitas?

-Drí... ¡hoy vamos al pabellón de las calacas! Vamos a ver tocar a la nueva... Leslie creo.. anda ¿si?

-Dale... Nada más me pongo la bata...

Mel y yo salimos a escondidas, caminamos hasta uno de los jardines y pasamos muchos pasillos y salas de espera, oficinas y puestos de enfermeras.

Por fin llegamos al pabellón, entramos en una sala muy grande, donde había un piano y vimos a muchas niñas que escuchaban atentas a Leslie.

-Sabes tocar muy bien- le dije mientras se bajaba del banco y se unía a nosotras en el suelo- ¿quién te enseño?

-Mi papá- contestó Leslie- Él es un gran músico.

-Mi nombre es Alejandría. Pero puedes decirme Drí.

-Yo soy Leslie.

-¿Puedo preguntar por qué estás aquí?

-Pues... me preocupo mucho por mi peso, y aunque dice que estoy delgada no lo creo.-hizo una pausa- Peso 33 kilos y no puedo subir más- miró al techo y después preguntó- pero... ¿tú por qué estás aqui?

-Pues yo he tenido muchos problemas... y me volví... bueno, necesitaba tomar antidepresivos. -Leslie me miró extrañada- y una noche, sentí que mi vida ya no tenía sentido y tomé unos rastrillos, les quité las cuchillas y terminé drogada y desangrándome en el baño de mi recámara.

Leslie calló unos minutos. Su mirada decía que estaba confundida.

Me miró y volteó a ver el techo. Finalmente habló.

-Sabes, pienso que todos tenemos problemas, pero no los queremos enfrentar. Pienso que nos da miedo.

-¿Miedo?- pregunté... era la primera vez que alguien me decia algo así- ¿Cómo que nos da miedo?

-Si, miedo. Verás- continuó Leslie- yo sé que al final tengo miedo de estar gorda, pero también tengo miedo de morir por falta de todo lo que debo comer.

-Y... ¿yo qué tengo que ver? -la miré enfadada- yo no temo comer... ni temo engordar... es más, no temo ni morir.

-Pero tienes miedo de desilusionar a los demás- me miró con gran dulzura- tienes miedo de fallarles y quedarte sola.

Que verdad tenía Leslie... unapequeña que pertenecía al pabellón de las calacas.

Pasaron las semanas y a Mel la dejaron ir a casa. Ahora me sentía más sola que nunca, pero quedaba Leslie.

-¿Sabes algo de tu amiga?- preguntó Leslie cuando ibamos caminando por el pasillo hacia su cuarto.

-No- contesté- pero esty muy segura que pronto lo haré.

-¿Y no temes que intente morir otra vez?

-Si... cada día que pasa pienso en ello- A Melissa la habían dejado salir porque consideraban que su tratamiento había terminado y segun su psicóloga, la doctora Fabiola, Mel ya no pensaba en cosas insignificantes y su cerebro funcionaba perfectamente, su autoestima se elevó y la depresión había pasado.- Quiero confiar en las palabras de la doctora Fabiola.

-Bien, me da gusto que pienses asi.

Al paso del tiempo veía como entraban y salían enfermos. Todos, poco a poco. Pero yo, yo seguía en el mismo hospital, con los mismos doctores, la misma cama, el mismo oso y hasta el mismo peinado.

Pero algo había cambiado... algo ya no era lo mismo dentro demi.

Cada día Leslie y yo hablábamos más de su familia y de cómo la querían.

Le conté de los problemas que tuve con Diego, de mi mamá... Le conté de cómo mi papá se fue con mi hermanita y le dije lo mucho que los extrañaba.

-¿Y tu mamá?

-No lo sé...- no mentí, mamá no me había visitado ni un sólo día- debe estar furiosa conmigo por haber... tu sabes... intentado matarme.

-Pero te perdonará- dijo Leslie. ¿Cómo sabía ella que lo haría?

-No lo sé... Espero que si.

-Ya verás Drí, ya verás.

lunes, 31 de mayo de 2010

Mel (p.5)



A mi llegada al hospital ( cuyo nombre no voy a decir) noté que ese sería mi hogar por no sé cuántos meses.
Poco a poco caminé atrás de ua enfermera muy amable. Ella era un poco bajita y gordita. Su cabello era rubio y corto, debajo de los oídos.
-Alejandría, este será tu pabellón. Abajo encontrarás los patios, los jardines y algunos baños. No se te permite hablar por teléfono, solo a tu casa, una vez por semana. Y tu mamá vendrá una vez a la semana a visitarte- la imagen que me había hecho de ella se acababa de esfumar, junto a mis esperanzas de poder pasar un rat agradable.- Encontrarás una cama con una plantilla médica que dirá tu nombre. ¿Alguna pregunta?
-No.
-Bien, deja tu oso en la cama y todos los artículos que necesites te los daremos cuando los pidas.
La enfermera salió de la habitación. Noté que habían más camas. Cada una tenía un nombre diferente y algo más escrit como la edad y lo que trataban.
-Tranquilo Titi, nada malo nos va a pasar.
Titi es el oso que papá me regaló antes de irse de casa. Lo conservaba porque me daba la esperanza de que papá regresara.
Busqué mi cama. Estaba junto a la ventana. Dejé a Titi acostado y lo tape con un extremo de la sábana.
Mire por la ventana. ¡Todos se veían tan normales! No podía imaginar por qué estaban ahí.
-Hola, tu debes ser Aalejandría. Yo soy Melissa, pero puedes decirme Mel.
-Hola Mel. Mis amigos me dicen Drí. Bueno... lo hacían.
-Y ¿por qué estás aquí?
-Porque sentía que todos iban a estar mejor sin mi, y pues un día decidí terminar con todo.
-¿Sabes cuál es el nombre del pabellón verdad?
-No.
-Bueno... el nombre no, pero a todos los que nos traen aquí es solo porque tomamos medicamentes que no deberíamos tomar- dijo Mel muy tranquila y seria.- Nos llaman farmacodependientes o maniacodepresivas.


-¿Así es como les llaman en este hospital?- la sola idea de que me etiquetaran me hacía temblar- ¿Qué no piensan en cómo se sienten ustedes?


-Si, pero no mienten.- Mel parecía estar muy tranquila- La mayoría de los que estamos aquí hemos desarrollado una dependencia hacia los medicamentos antidepresivos.


Mel tenía razón, yo era uno de ellos. Yo, Alejandría, la que en algún momento fue estudiante modelo, hija perfecta, había perdido todo solo por un problema pequeño y sin importancia.


-Pero cuéntame, ¿cómo empezó todo tu problema?


-Pues, yo era una niña muy inteligente, o por lo menos eso decía papá. Per un día- hice una pausa, no podía seguir- pero un día, todo se fue por un hoyo. Me setía triste, no sabía ni que pasaba. Mi novio-si, Diego- me dijo que me había vuelto muy agresiva y poco cariñosa, que había cambiado, y decidió que era mejor que termináramos.


-¡Wow! Terminaron porque habías cambiado... ¿Qué fue lo que te hizo cambiar?


-No lo sé. Tal vez fue que... tomaba las pastillas de mamá. Dieg lo notó y me pidió que no lo hiciera, porque me lastimaba a mi misma y él me quería demasiado- pensandolo bien... si fui un poco egoísta- pero no le di importancia y seguí haciendolo. Poco después, ya estaba sola. Mis amigos no me hablaban y si lo hacían yo no salía, dormía todo el día. Era un zombie.


Mel me miraba con una expresión de asombro. No creí que le impresionara tanto mi historia. Pero seguí.


-Entonces empezaron los problemas con mamá. Los gritos y lasindirectas- las lágrimas corrían por mis mejillas, no podía creer lo mala que fui- y pensé en terminar con todo lo que pasaba. Asi que una noche...


-Terminaste buscando las pastillas y algo muy afilado- interrumpió Mel con los ojos llorosos- y sin pensarlo dos veces- calló antes de poder terminar la oración.


-Si, corté poco a poco hasta que sentí que todo el dolor y el sufrimiento se iba por la regadera.


No podía creer que Mel, la niña bonita que estaba sentada a un lado de la ventana conmigo hubiera hecho lo mismo que yo. Era... era muy confuso.


-Si. Suele suceder asi. Y después las vocecillas que te dicen que pelees. La oscuridad, el vacio, el olvido. Te entiendo.


-Mel, ¿estás bien?- me acerqué a ella y le extendí los brazos- sé que cuesta trabajo contar con una desconocida, pero hemos pasado lo mismo.


-Te creo... gracias.- Lloraba como nadie lo haría- Gracias Drí.


domingo, 30 de mayo de 2010

Cuando desperté (p.4)


De pronto todo era blanco. Sentí miedo y paz al mismo tiempo. Sentí una punzada en mi mano izquierda. Espera un momento... ¿Sentí? ¡Estoy sintiendo!

-Alejandría... Alejandría ¿realmente fui tan mala madre?- no sabía que estaba pasando- ¿Acaso no te pude dar todo lo que necesitabas?

¿Mamá? ¡Si! ¡Esa es la voz de mi mamá! Pero... ¿Por qué no me escucha?

De pronto vi algo que no puedo describir. Bueno... lo intentaré. Fue como despertar después de dormir 16 horas seguidas. O como cuando juegas a las escondidas y estás en un lugar oscuro mucho tiempo... y después sales a la luz y ves directamente al sol.

Todo brillaba. Todo era blanco.

¿Luz? ¿Esa es la luz de la que todos hablan?

No... me equivoqué.

Negro una vez más. Es desesperante, es horrible no saber en donde estoy. Da mucho miedo estar en el limbo en el que estoy. Pensando en lo que hice. Pensando en lo que voy a hacer. Sin saber si estoy viva o muerta. ¿Lo logré?

Pronto desperté. Una mujer muy bonita estaba revisando mis signos.

-¡Buenos días bella durmiente!- dijo amablemente-¿Lista para ir a pesarnos y al chequeo general?

-Si, pero... ¿en donde estoy? ¿Dónde está mamá?

-Tu mamá está abajo.- ¿Abajo? ¡No puedo entender nada!- Te está esperando con el doctor. Ahora vístete y podremos bajar a verla.

Bien hecho Alejandría, terminaste en una casa de lunáticos.

Me cambié. Era una bata blanca con bolitas azules. No era cómoda no bonita, pero era lo que debía usar.

-Bien, ahora entraremos con el doctor Orozco. El es una muy buena persona.

-De acuerdo- dije, finalmente ¿qué más podría decir?- ¿mamá estará con él?

-Si, tu madre está con el doctor.

La enfermera me condujo hasta una sala color verde, con muchas revistas, viejas, claro.

Tomé una y la hojee. Era muy aburrida, igual que mi vida.. Voltee a ver mis muñecas. Estaban vendadas. Realmente dolían mucho.

¿Acaso por eso estaré aquí? ¿Pensará este doctor que estoy loca?

Pocos minutos después entré a una oficina muy grande, blanca. En las paredes habían muchos diplomas. Todo era blanc y los marcos eran en oro.

-¿Señorita Alejandría?

-¿Si?- dije angustiada- soy yo.

-El doctor la verá enseguida.

Seguí a una enfermera hasta otra sala.

Esta enfermera era muy parecida a la otra: alta, con cabello rizado y rojo, muy flaca. Pero no tenía cara de ser amigable, y su voz era molesta.

Me senté y recrdé todo lo que sentí esa noche. No pude hacer más que llorar.

-¿Cómo pude pensar que todo iba a estar bien?

-Es muy fácil Alejandría- dijo una voz masculina desde el otro lado de la oficina.- Creíste que todo se solucionaría. Soy el doctor Orozco.- Estiró la mano y lo salude.- Me da mucho gusto por fin poder hablar contigo Dría.

-¿Si?- pregunté asombrada- ¿Cuánto tiempo esperó?

-Has estado aquí 2 meses. Pero es un placer poder hablar personalmente contigo.

¡Mentira! ¿Realmente quería hablar conmigo?

-Debe pensar que estoy loca.

-No-dijo tranquilamente sentado en su escritorio.- No pienso que estas loca. Pienso que tienes un problema y por eso te quiero ayudar.

-¿Ayudar? ¿A mi?-¡Cielos, es la primera vez que alguien me quiere ayudar!-¿Cómo piensa ayudarme?

-Primero debo saber si estás dispuesta a cualquier cosa... si seguirás el tratamiento al pie de la letra.

-Si. Haré lo que sea necesario. - Por fin alguien estaba dispuesto a enseñarme que la vida no era tan mala. No pensaba dejar pasar esta portunidad.- Pero... ¿Dónde está mamá?

-Está arreglando tus cosas. Le pedimos que empacara todo lo que fuera tuyo para que se lo lleve a casa.

-¿Entonces podré regresar a casa también?

-Lo lamento. Tú entrarás a un hospital más... seguro.

¿Más seguro? ¿Qué quiere decir eso? No entendía nada. Pero asi fue. Pasaron 2 días más. De pronto me subieron a una camioneta y partí.

sábado, 29 de mayo de 2010

Valium (p.3)


Salí corriendo del estudio. Me dirigí a la cocina. ¡No sabía que hacer! Estaba desesperada.

Si, leen esto con ojos de sentencia, pero no lo van a entender si no han estado en mi lugar.

Pasaron los días, las vacaciones llegaron. Nada. Mi vida seguía siendo igual de triste y patética que los últimos días.

Papá mandó una postal desde Chile. Decía lo mucho que me quería y lo mucho que me extrañaba, pero que era lo mejor para los dos.

Poco después, recibí una llamada. Era papá. Llamaba desde Brasil.

-¡Hija, no sabes cómo desearía que estuvieras aqui!

-Si papi... a mi también me gustaría estar con ustedes.- claro ¡como si te doliera dejarme acá sola!

-Bueno hija, te dejo. Las llamadas desde acá me salen un poco caras.- Papá siempre igual de tacaño- te mando muchos besos hija. Tu hermanita también.

-Ciao, papi.

-Ciao bebe.

Claro... papá... el hombre importante de negocios al que ahora le duele dejar a su hijita sola con una mujer llena de problemas. ¡Bah, que se lo crea él solo!

Bueno, ¡yo era una niña! No piensen mal, no sabía lo que realmente decían o querían decir.

Total que, una noche mamá dormíamuy profundo. Siempre ha tenido el sueño pesado, así que eso no fue mi problema. Entré cautelosamente a su recamara.

Sonaba "highway blues" Mamá siempre dormía con esa canción.

Entré a su baño, y poco a poco, sin prender la luz, busqué la caja de pastillas que mamá escondía.

-No es nada importante, solo para la migraña- mamá contestaba cada vez que le preguntaba por el uso de esas pastillas.

¡Si! El frasco decia VALIUM. Cielos, no pensé encontrarlas. Mamá las escondía desde la vez que me vió tomándolas. Ella no sabe que las tomaba porque las necesitaba, ni que lo hacía diario. Pensaba que sólo lo había hecho una vez, porque me dolía la cabeza.

Enseguida corrí al baño y saqué de un cajón dos rastrillos que había guardado hace días. Tomé los rastrillos y saqué las navajas una por una.

Cada vez sentía más la adrenalina. Pero sentía más las ganas de triunfar y acabar con todo el sufrimiento.

Tomé una pastilla. Nada. Esperé unos segundos. Nada. Solía dormir con una o dos pastillas. ¡Tomaré otra!

Y así fue. Una... dos... tres... Nada... Cuatro... cinco... seis... No lo siento aún... esta bien, seguiré.

-Piensa Drí, piensa en mamá- escuche que una pequeña vozme decía.-Piensa en lo mucho que va a sufrir.

-¡Mentira! Mamá no sufrirá más por mi culpa... ¡Ya ha sufrido bastante!

Poco a poco dejé que as navajas rodaran por mis muñecas. No puedo decir que no lo disfruté, porque sería mentir.

Cada gota de sangre que salía de mi ser era como una lágrima que había guardado por años.

-Mamá sería tan feliz- seguía diciendome- encontrará a alguien que la quiera, si eso será lo que pasará, es más, quizá hasta papá regrese.

Poco a poco todo se fue nublando. No veía ni mis pies. Me sentía mareada, con ganas de vomitar. Pero en ese momento nada de eso me importaba. No. Quería desaparecer. Quería dormir por siempre. Ser como las princesas de los cuentos que mi papá me leía desde pequeña, en donde la princesa duerme hasta que un principe llegaba a su rescate.

Quería ser como la princesa Aurora y tener a mi príncipe Felipe. Sería la princesa Alejandría y su príncipe Diego.

Negro. Todo negro.

No más ruidos. No más sentimientos. No más dolor. Solo... solo negro.

-Muy bien hecho niña- una voz me decía una y otra vez- Te felicito, ahora mamá sufrirá más.

-Pero ya lo hizo, no puede hacer más.

-Claro que si puede... es mas, ¡debe hacerlo! Debe pelear por vivir, ¡debe aferrarse a la vida!

Pero, ¿quiénes eran esas voces? Nunca lo sabré.

Lo que sé es que justo eso hice. Me aferré a la vida.

El Pleito (p.2)


¿Qué? ¿Perderlo? Yo, por supuesto, no iba a permitir que Diego me dejara sola... no podía estar sola una vez más. Si, lo sé, soy un poco dependiente. Pero sabrán más de eso cuando les cuente por qué conocí a Leslie.

Bueno, la cosa es que Diego y yo discutimos ese día.

-¿Por qué no puedes entender que no puedo estar sin ti? ¿No te has dado cuenta de lo importante que eres?

-Si, pero te has vuelto muy extraña... ya no me hablas igual- me reclamó con voz confundida- ya no salimos, ya no jugamos, no eres la misma Alejandría.

¡Alejandría! ¿Acaso me dijo Alejandría?

-¿Qué quieres decir con que no soy la misma?- pregunté mientras él se ponía de pie- no he cambiado ni un poco desde el día en que te conocí.

-No, no es así... te has vuelto muy egoísta.

¡Solo eso me faltaba! Si, ¡egoísta! Ahora si lo he escuchado todo.

Bueno, ya no haré más pausas, sé que mueren de ganas por saber por qué entré a un hospital y por qué digo que esta historia da un poco de miedo.

Pues, la discusión con Diego y el hecho de que terminara conmigo me afectó muchísimo. A la mañana siguiente no salí de la cama. Era tanta mi tristeza que mi mamáprefirió dejarme asi.

-Sólo entiende que no podrás seguir así de por vida.

-¡Si, si puedo!

-Es injusto, no sólo para ti, ¡también para los que te rodean!

-¿Y justicia es lo que hizo Diego al dejarme sola sabiendo que lo necesito tanto?

Mamá me miró extrañada. Era la primera vez que e veía de esa manera, como si yo estuviera loca o algo asi.

-Drí, sólo digo que es una relación que debía terminar- dijo mamá tranquila sentada en la esquina de mi cama- no deberías tomarlo tan personal. ¡Eres una niña!

-¡Siempre he sido solo una niña para ti!- grité- y déjame, quiero estar sola.

Mamá salió de mi recamara limpiando las lágrimas que se le escurrían por las mejillas.

-Debo ser una verdadera estúpida para poder lastimar a mamá de esa manera-pensé- todos estarían mejor sin mí.

Si, sé que no pueden creer que piense eso, pero no miento.

Los días pasaron y cada uno era una nueva pelea con mamá.

A la semana siguiente papá se fue de la casa, llevándose a mi hermanita con él.

Dijo que mamá no estaba concentrada en nosotras, y que yo, por ser más grande, debía quedarme con ella para ayudarla a solucionar sus problemas y a comprender cuales debían ser sus prioridades.

-Pero, ¿por qué te vas?- dije llorando frente a la ventana del estudio que ocupaba papá-¡Acaso no soy una hija lo suficientemente responsable y alegre? ¿Acaso también soy una carga para ti?

Mamá pasó por el estudio. Lentamente abrió la puerta y se acercó a mi.

-Mami, ¿crees que papá regrese algún día?- dije mientras buscaba la forma de abrazarla- ¿crees que sea mi culpa?

-No. Drí, no debes culparte por los problemas que los mayores tenemos. Algunas veces papá y yo no nos entendíamos- me secaba las lagrimas con un pañuelo que sacó de su bolsillo derecho.- Pero tú no tienes la culpa de nada. Eres una hija maravillosa.

-¡No! Sy todo lo contrario y lo sabes.

-¿De qué me estás hablando Drí?

-Soy egoísta, egocéntrica, maleducada, caprichosa-nunca había visto a mamá tan sorprendida- soy fea, tonta- seguí- soy todo lo contratio a lo que papá y tu merecen como hija.

-¡Alejandría! ¿De verdad crees todo lo que estás diciendo?- e este punto mamá ya estaba llorando y sosteniendo mi mano- ¿De verdad crees que eres tantas cosas malas?

-No lo se. ¡No se nada!

viernes, 28 de mayo de 2010

Empezo... (p.1)


Es muy raro hablar de esto. Nunca lo habia comentado con nadie... pero recuerden que esto era un secreto... que ahora comparto aqui.

Soy Alejandria, me dicen Dria, D. o Ale... Si, en realidad no es mi nombre de pila pero... es como me han dicho ultimamente,..

Conocí a una niña llamada Leslie. Ella sufria de anorexia nerviosa. Ambas estabamos en el hospital.

Yo me encontraba por razones algo diferentes a las de Leslie, pero el sólo conocer su historia me hizo ver que no teníamos tantas cosas diferentes.

Bien, no he sido muy clara... y talvez quieren saber porque estaba en el hospital cierto?

Todo a su tiempo.

Bueno, voy a contar lo que paso en la mañana que todo comenzó.

-Cariño, ven rápido, tu desayuno se enfrían ¡y no lo podré calentar de nuevo!- gritó mi mamá desde la cocina, como acostumbra hacerlo.- Si no bajas en cinco minutos te marcharás sin comer y sabes perfectamente bien que eso no me parece lo más adecuado.

-Bien mamá, ya no tardo en bajar.-¿Por qué tienen que irritar tanto las mamás cuando intentan hacer algo "POR TU BIEN"?-¡Sabes bien que no me gusta desayunar!

-Mira Alejandria, ¡no estoy dispuesta a negociar!, enojada creo yo... pero no se da por vencida. ¿Alguien la entiende?- ¡Baja en este instante!

Bajé... molestapor supuesto. No entiendo porqué me obligan a desayunar... no es lo más importante, ¿o si?

-Corre niña que el camión te dejará- gritó preocupada mi mamá.

Bien, el desayuno es uno de mis problemas más pequeños. Llegué a la escuela como cualquier otro día, nada nuevo. Todo lucía igual.

-Aburrido- murmuré en la clase de historia natural.- Todo es siempre igual.

-Cierto, pero no deberías expresarte tan fuerte, pueden escuchar tus pensamientos- murmuró una voz detrás de mi. Demonios, ¿por qué tuve que gritarlo? ¡Tonta!- Pero tranquila, no diré nada.

¿Cómo? ¿Acaso la voz dijo que no me acusaría? ¡Eso sí que es nuevo!

No pude evitarlo y volteé a ver quien era ese ser diferente que se encontraba a mis espaldas.

-Mi nombre es Diego.

-Hola soy Ale.

-Mucho gusto. Y que bonito nombre- dijo Diego mientras yo seguía mirándolo... Es que, ¡es tan bello!- Soy nuevo y, pues, me preguntaba si me podrías mostrar el plantel.

-¡Sí, claro!- contesté super emocionada- ¡Cuando desees podemos ir a ver todos los pasillos!

¡Wow! Eso sí que es nuevo en esta escuela. ¡Un niño nuevo en mi salón! Y... además... es tan... Tan ¡Guapo!

Pasó el tiempo y pues si, como era de esperarse Diego y yo nos volvimos inseparables.

-Sabes D., me encanta estar cerca de ti. ¡Eres una compañera excelente!

-¡Gracias tú!- reí- tú no te quedas atrás.

-Me preguntaba si querías salir conmigo, no sé, tal vez al cine.

Lo demás no creo necesitar decirlo. ¡Ése era mi sueño! Bien, seguro está la duda de que demonios tiene esto que ver con un hospital...

Bueno, pero no se asusten... ¿No lo harán verdad?

Esta bien. La pesadilla empezó cuando Diego y yo ya éramos más grandes, nuestra relación más madura.

Una tarde Diego y yo estábamos solos, siempre pasaba, pero por alguna razón esa tarde fue diferente.

-Tal vez no somos lo que necesitamos ser.

-Pero si tú no lo eres, ¿por qué siento que eres lo que siempre necesité?- algunas veces Diego me sacaba mucho de quicio.

-Pues, ahm... no lo se- ya se había puesto rojo- solo quiero decir que... tal vez es mejor separarnos un tiempo.

-No quiero que eso pase, pero... ahm... si es lo que tú en verdad deseas, yo lo voy a entender y a aceptar.